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Así son los fanáticos de las armas: «Sin pistoIa no vas a ninguna parte»

Más de 20.000 norteamericanos murieron el año pasado en incidentes con armas de fuego. 19 niños y dos adultos han sido las últimas víctimas en un colegio de Texas. Joe Biden se ha propuesto endurecer el control de armas. Pero lo va a tener difícil. Estas imágenes muestran el por qué….

Texas: “Mis padres me enseñaron a disparar. Y a ellos, los suyos”

Lynne, la madre de esta familia, es una compradora compulsiva de armas. Tiene 160 en su casa y las monta y modifica ella misma. Su hijo -Josh, de 11 años- ha heredado su pasión y posa con naturalidad con su primera arma montada con piezas que compró por Internet. El matrimonio se dedica a la relojería, pero lleva la afición a las armas en la sangre. «Mis padres me enseñaron a disparar. Y a ellos, los suyos -cuenta Lynne-. Recuerdo a mi abuela persiguiéndome cuando iba a salir. ‘¡Coge esta pistola o no vas a ninguna parte! Nos viene de familia’».

California: “De crío sufrí todo tipo de violencia”

Durante ocho años en el Ejército, Eric Arnsberger, de 30, sirvió en Irak, Afganistán, Kosovo y varios países africanos. Luego trabajó como policía en Nueva Orleans, una de las ciudades más conflictivas del país. «Cuando era crío, sufrí todo tipo de violencia. Me pegaron, me rajaron, me atracaron… Luego fui a la guerra. Allí tuve que disparar y me dispararon, cientos de veces». Ahora enseña a la gente, dice, a usar armas de forma segura. Su pareja, Morgan, entrenadora en un gimnasio, se enamoró de él viéndolo en Instagram.

Georgia: “¡Te sientes tan poderoso!”

Uno es camionero y el otro, empleado en una fábrica. Collin Singletom y James Prince se conocieron hace 5 años en un campo de tiro y, desde entonces, son grandes amigos. «Mi fascinación por las armas -explica Collin- empezó con las películas. La primera vez que disparé tenía 16 años. Me sentí tan poderoso…». James tiene dos hijos, de 10 y 12 años, y ya les ha enseñado a disparar. Cada dólar que entra en casa de estos dos amigos se lo gastan en armas. «Son una gran inversión. Y una pasión. Algo con lo que disfrutar toda la familia junta».

Kansas: “Las armas salvan vidas”

«Estoy deseando enseñarles a mis hijos a usar estas armas». Los hijos de Brandon Brown, padre soltero, tienen 3 y 5 años. Él disparó por primera vez con 12 años, y con 18 se compró su primer AK-47. Brandon trabaja como analista del Gobierno y cree que «todo el mundo debería tener un arma». «A las víctimas de los tiroteos -dice- les explicaría que las armas salvan vidas. Conozco un montón de casos en que ha sido así. No debería haber ninguna restricción para su venta. Si no, los únicos que las tendrían serían los criminales».

Virginia: “Son como mis niñas. No puedo tener una favorita”

La primera vez que Mia Farinelli, de 15 años, sostuvo ‘el grillo’ entre sus dedos le pareció enorme. Mia tenía 7 años y ‘el grillo’ era el rifle Bolt 22 de su tío. Lo disparó en su granja y se le dio tan bien que sus padres pensaron que tendría potencial como profesional. Hoy compite en varios torneos mientras espera entrar en el Ejército. «Será alucinante poder disparar todos los días -dice-. No tengo un arma favorita. Para mí, son como mis niñas. No puedes tener una favorita».

Honolulu, Hawái: “No me canso de tener armas nuevas”

Esta mujer, de 29 años, tiene una de las mejores colecciones de armas de la isla. Es ‘un tesoro’ que comparte con su padrastro, un exmilitar al que considera su padre. Kitija Shiroma tenía 10 años cuando llegó a Honolulu desde su lugar de nacimiento, Tailandia. «No me canso de tener armas nuevas». Su meta: llegar a 100. En Honolulu no ven con muy buenos ojos su afición, pero Kitija cree que puede convencerlos.

Pensilvania: “Será un legado maravilloso para mis hijos”

Hasta que cumplió 50 años, Stephen F. Wagner se limitaba a soñar con las armas. Estudiaba su historia, los distintos modelos, sus mecanismos… Pero en los últimos 16 se ha resarcido. Comenzó su colección con una Smith and Wesson de su abuelo; fue la primera pistola que Stephen disparó. Tenía 8 años. Al jubilarse como repartidor de FedEx, se hizo instructor de tiro. Ahora atesora 70 armas; la mayoría, antiguas. «Me fascina sentirme parte de la historia a través de ellas. Es un legado maravilloso para mis hijos».

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